The graeco-roman doctor between ideal and profession Dr. Antje Krug
Resultó un placer poder disfrutar de una ponencia sobre los resultados de años de investigación científica presentados a modo de historia amena y comprensible. La Dra. Antje Krug domina este arte. Su presentación comenzó con los inicios de la formación en medicina; hablamos del s. IV a. C., cuando en Grecia y en el sur de Italia empezaban a establecerse las primeras grandes poblaciones y, por tanto, las cuestiones de higiene y salud adquirían mayor relevancia. Los sanadores nacieron de los filósofos, personas eruditas que podían reconocer distintos cuadros clínicos y dar las indicaciones para su tratamiento, a quienes al prinicipio se les representaba siempre con valiosos libros.
Estos profesionales disponían de un amplio abanico de instrumentos con los que, ya en el s. II d. C., podían entabillar roturas, eliminar excrecencias y sacar los dientes. Si le echa un vistazo a un maletín antiguo de médico, se sorprenderá de lo similares que eran la espátula y el escalpelo de entonces a los de ahora. Además, a tenor de los descubrimientos en Alemania, Italia y Grecia, ya por aquella época parecía haber alguna norma por la que las distintas fábricas producían instrumentos casi iguales a pesar de encontrarse a miles de kilómetros de distancia entre sí. Una cuestión que despertó una gran admiración entre el público lisboeta y los invitados de Madrid fueron las técnicas de la Antigüedad empleadas para las operaciones oculares. Para curar la catarata, enfermedad en la que el cristalino pierde transparencia, utilizaban pequeñas cuchillas afiladas para raspar la capa turbia del cristalino. Por si esto fuera poco, también eran capaces de estabilizar una presión demasiado elevada del ojo. Para ello existe un tratamiento de inyección doble, mediante el que se retira el exceso de líquido detrás del globo ocular. Estos métodos eran realmente satisfactorios.
La sala se estremeció al ver las imágenes de los instrumentos para la castración, empleados tanto por los primeros veterinarios como por los primeros médicos humanistas. No obstante, los eunucos y castrados son un invento muy antiguo.
La incapacidad de controlar las fuertes hemorragias, producidas, por ejemplo, por lesiones abdominales, reducía considerablemente el índice de heridos, sobre todo en el campo de batalla. Asimismo, el funcionamiento del cerebro, esa „masa en la cabeza que al tocarla vibra como un pajarillo“ también fue un misterio incluso para los mejores médicos. Un aspecto especialmente destacable de esta ponencia fueron las numerosas imágenes que presentó la Dra. Antje Krug y que, 2000 años después, arrojan luz sobre los inicios de los médicos, siempre y cuando puedan interpretarse. Muchas gracias, doctora Krug.
Brigitte Müller
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