La Fundación reune a los más pretigiosos oncólogos en la Real Academia Nacional de Medicina para trabajar sobre la sostenibilidad de la atención oncológica en el SNS
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Con la colaboración de Novartis, se celebró en la Real Academia Nacional de Medicina esta conferencia de la que hacemos un pequeño resumen:
Los expertos reunidos evidenciaron una falta grave de equidad en el sistema, tanto en el acceso al mismo como en términos de resultados en salud. En el proceso de decisión de adquisición de tratamientos oncológicos innovadores se aplican criterios diferentes en cada Comunidad Autónoma, incluso en cada hospital dentro de la misma comunidad. Este hecho está produciendo situaciones de inequidad en el acceso a la innovación y, en consecuencia, diferentes grados de calidad asistencial y eficiencia terapéutica según que el paciente esté en uno u otro territorio. Esta situación de 17 sistemas de salud, que no se hablan entre ellos, puede ser evitable pues existe marco legal para ello. Tal y como han apuntado, las leyes están para ser cumplidas y, por tanto, ese nivel ordenante ha de ser vinculante para todas las Comunidades Autónomas.
En el marco de la cartera de servicios oncológicos, se apuesta por la racionalización en contraposición a la reducción de la misma. No se puede hacer de todo en todos los hospitales. Hay que concentrar los recursos y reforzar el conocimiento en los hospitales de referencia.
El diálogo con los profesionales se perfila como solución clave para garantizar la sostenibilidad del sistema; su opinión ha de ser escuchada y tenida en cuenta.
Existe variabilidad en la aplicación de las guías y protocolos y se pone en valor la implementación de las mismas como elementos que orientan y ayudan a los profesionales en su practica clínica, tal y como se establece en la normativa. No obstante, dada la variabilidad en la evolución y respuesta de cada paciente oncológico a los tratamientos, los protocolos y guías de práctica clínica no deben ser considerados por las autoridades sanitarias con carácter impositivo, ni su aplicación debe limitar la capacidad del médico para prescribir a cada paciente el tratamiento que considera más adecuado en cada caso.
Hay que evitar la politización excesiva puesto que, a menudo, esto ha llevado a improvisar decisiones cortoplacistas que dificultan la aplicación de medidas en el medio y largo plazo.
Se aboga por adelgazar el papel de la Administración y potenciar a otros agentes del sistema principalmente los profesionales, la industria y los propios pacientes.
En términos de sostenibilidad y ahorro, no hay nada más coste-efectivo que la prevención, de ahí la importancia y urgencia de la estrategia de los procesos de cribado y detección precoz de tumores, que han de ser homogéneos en todo el territorio nacional.
En el caso de los enfermos oncológicos, a la hora de implantar las medidas de ahorro se hace imprescindible poner al paciente en el centro del sistema y cuantificar el impacto de esas medidas en las personas.
Los pacientes escuchan que son el centro del Sistema Nacional de Salud. Sin embargo, la experiencia cotidiana de los ciudadanos es que el eje de la actividad sanitaria ahora mismo está en la sostenibilidad económica. Los tumores raros representan el 20% de los diagnosticados pero nos encontramos ante una verdadera carrera de obstáculos desde la investigación hasta la puesta a disposición de los recursos disponibles en condiciones de equidad.
El facultativo no puede tomar decisiones forzadas y en soledad, su deber ético es dar al paciente el mejor tratamiento que precise. El profesional sanitario no puede ser el único responsable a la hora de informar al paciente que su tratamiento no puede ser costeado por el sistema. Se exige correspon-sabilidad y que las autoridades y los gobernantes den información y soluciones a la población.
En relación con la eficiencia y la eficacia, los expertos insisten en la idea de que hay que atender al paciente de la manera más rápida y más eficiente posible, y en que conseguir más calidad a menor precio es difícil; en este contexto se hace oportuno buscar soluciones creativas. No es justo cargar las tintas sólo contra el precio de los fármacos, en este caso oncológicos, cuando existen otras bolsas de ineficiencia donde se pueden generar ahorros. Se puede ahorrar en infraestructuras; se puede racionalizar la cadena de exploraciones del paciente; en la gestión de toxicidades… La sostenibilidad de la Oncología no sólo depende del coste de los fármacos.
Igualmente, es necesario renovar el equipamiento técnico en el tratamiento de las enfermedades oncológicas. No es aceptable que en España aún estén funcionando 34 unidades de cobalto. A pesar de que invertir en nuevas tecnologías puede parecer caro, éstas son coste-efectivas porque mejoran la supervivencia, acortan los tiempos de duración de los tratamientos, disminuyen los efectos secundarios e incrementan la calidad de vida de los pacientes. Hay nuevos procedimientos, nuevas técnicas de radioterapia que han evolucionado, por ejemplo, gracias a la imagen, y que en España no se han implantado por su elevado coste.
Es necesaria transparencia en la información sobre resultados en salud de cada centro, así como en investigación clínica con la finalidad de fomentar la competitividad entre los hospitales, lo que generará innovación y mejora en la calidad de la asistencia a los pacientes.
En el ámbito asistencial, se plantea el trabajo en red como estrategia para compartir el conocimiento y ganar en eficiencia.
Se aboga por seguir explorando nuevas formulas que faciliten el acceso de la innovación, como los riesgos compartidos con la industria, tanto para el medicamento como para las tecnologías sanitarias, siempre en el marco de unas condiciones específicas establecidas de común acuerdo entre ambas partes; con indicadores específicos, medibles y alcanzables sobre resultados; con comisiones de seguimiento paritarias y donde se evalúen los procesos y los resultados.
Otro de los aspectos abordados por los expertos es la investigación clínica. Una investigación clínica de excelencia es fundamental para el desarrollo de un país, no sólo por la competitividad industrial, sino también porque aporta numerosas ventajas al Sistema Nacional de Salud y a los pacientes.
Una investigación clínica potente es el mejor aval para una asistencia de calidad y un elemento de motivación y desarrollo para los profesionales del SNS. También aporta prestigio e imagen a las instituciones, así como importantes recursos económicos.
España lo tiene todo para tener una posición destacada en investigación clínica a nivel mundial: una red hospitalaria y de primaria bien estructura y con centros potentes; unos investigadores clínicos que gozan del prestigio y reconocimiento preciso para acometer esta investigación con los mejores estándares de calidad; la industria establecida en España, tanto la de capital nacional como internacional, está comprometida con la investigación y, sin embargo, en una comparativa internacional nuestra posición es intermedia y está constantemente amenazada por la competencia de otros países (EEUU, grandes países europeos, Canadá, países emergentes).
Sin embargo, los expertos han puesto de manifiesto la complejidad que supone poner en marcha un ensayo clínico que se traducen en un excesivo tiempo para su aprobación, que excede ampliamente de la media europea (En España se requiere mas de 180 días, en los mejores casos). El principal cuello de botella se encuentra en la fase de contrato, por la heterogeneidad en los modelos establecidos por las Comunidades Autónomas.
Otro de los problemas detectados es la eficiencia en el reclutamiento de pacientes debido, entre otros factores, a las deficiencias estructurales existentes en los centros, falta de motivación de los propios investigadores y en ocasiones, a cuestiones relacionadas con la información a los pacientes.
También se ha expuesto que las evaluaciones coste-efectividad, deben abordarse desde planteamientos que incluyan una visión amplia, tanto económica como sanitaria y social.
Sería deseable disponer de biomarcadores, especialmente para los nuevos medicamentos, que permitan seleccionar, para cada paciente oncológico, el que resulte más eficaz en función de su expresividad genética.
En el ámbito de la innovación terapéutica entran en juego factores como el conocimiento; la confianza mutua, donde se ha de dar un marco legal estable; y la corresponsabilidad. En este sentido, los expertos valoran positivamente la conveniencia de seguir fomentando la investigación clínica independiente al tiempo que ponen de manifiesto el esfuerzo que realiza la industria farmacéutica, señalando que el 30% de la investigación clínica se efectúa en el área de oncología, lo que facilita el desarrollo de nuevos medicamentos para estos pacientes.
En cifras, de 14.000 millones de euros que destinó el sistema sanitario, en 2011, a factura farmacéutica fue sólo de 1.500 millones, aproximadamente un 10%, fueron para Onco-Hematología.
Otros temas abordados en la jornada fueron el papel de la Enfermería Oncológica y la exigencia de su cualificación y formación a la hora de tratar a los pacientes oncológicos; la necesidad de buscar otras fuentes de financiación, como puede ser la alternativa privada; la oportunidad que supone incluir a pacientes en ensayos clínicos; la utilización de las TIC en la evaluación de los resultados; o la gestión clínica.
Asimismo los oncólogos se han lamentado de que la mayoría de las comisiones farmacoterapéuticas estén formadas por gente que no tiene la cualificación oncológica necesaria y que en ellas no haya oncólogos ni hematólogos.
Por otra parte, se ha puesto en valor la figura del especialista en Oncología y, por último, algunas voces han apuntado a la necesidad de crear un registro de pacientes oncológicos, ya que al Sistema Nacional de Salud (SNS) le falta información, un requisito básico para la planificación y toma de decisiones.