LA REVOLUCION DE LA NUEVA MEDICINA

  • 28
    Mar | 2020
    Ignacio Para | genómica, GENOMICA, MEDICINA MOLECULAR, MEDICINA MOLECULAR, medicina personalizada, medicina personalizada, METABOLOMICA, METABOLOMICA, PROTEOMICA, PROTEOMICA, REGENERACION CELULAR, REGENERACION CELULAR
    LA REVOLUCION DE LA NUEVA MEDICINA

     

    Tenemos que ser conscientes de la revolución que se está produciendo con la llegada de nuevos tratamientos terapéuticos de enfermedades graves, en general basados en la medicina personalizada, muchos de ellos no ya paliativos o cronificantes como hasta ahora, sino curativos.

    Ante el reto que tenemos ya con la aparición de productos y terapias innovadoras y disruptivas, que permitirán mejorar los resultados en salud de la población, esta nueva medicina exigirá importantes transformaciones en el abordaje de los pacientes en la organización de los procesos asistenciales y en nuestro Sistema Nacional de Salud en el que, además, se presenta un panorama en el que los pacientes están cada vez más formados e informados y en el que la sociedad demanda la incorporación de estas innovaciones en el sistema de salud.

    Todo ello obliga a desarrollar una nueva estrategia para la incorporación de esta innovación terapéutica a las prestaciones sanitarias mejorando en lo posible el acceso a las mismas, haciendo al mismo tiempo sostenible nuestro sistema de salud.

    Para lograrlo, hemos de avanzar en la previsión de lo que está por llegar, oteando el horizonte para descubrir estas innovaciones terapéuticas, de manera que se pueda evaluar cómo se debe preparar el sistema sanitario para los cambios que se están produciendo así como prepararnos para su impacto presupuestario. Son soluciones que pueden tener un alto coste inicial pero que, al ser curativas, suponen eliminar casi al 100% los costes futuros, pero que generan un coste inicial difícil de asumir por los presupuestos públicos que tienen que hacer frente a otros gastos ineludibles como son los intereses de la deuda pública y las pensiones.

    Recientemente, Encarnación Cruz, ex directora general de farmacia del Ministerio de Sanidad y actual coordinadora de la estrategia de terapias avanzadas de la Comunidad de Madrid, anunció durante una jornada organizada por la Fundación Bamberg, citando a la Agencia Americana de Medicamentos (FDA), la inminente irrupción de un buen número de medicamentos de este tipo en los próximos años. “Hoy, en el mundo, se están llevando a cabo más de 1.000 ensayos clínicos con terapias avanzadas, el 70% de los cuales son ensayos en fases II y III, lo que nos permite augurar un buen número de aprobaciones en los próximos años”. El director de la FDA ha augurado que, a partir de 2025, tendremos entre 10 y 20 nuevos medicamentos de terapia avanzada cada año.

    ¿Cómo garantizar el acceso a estos tratamientos, teniendo en cuenta que su coste asciende, en algunos casos, a centenares de miles de euros? ¿Cómo va a influir en la practica clínica, en la organización de nuestro sistema sanitario?

    Hay que trabajar desde estos dos puntos de vista; en cómo afrontar estos productos terapéuticos de alto coste y de alta eficacia curativa. Con el fin de hacer frente a estos hechos y evaluar sus resultados se están llegando a acuerdos con las compañías farmacéuticas y biotecnológicas que contemplan un techo de gasto o el pago por resultados, entre otras modalidades. Esto va a suponer un control más preciso sobre la prescripción, el consumo y los resultados.

    Desde el punto de vista asistencial, tampoco nuestro sistema sanitario está preparado para lo que viene, una medicina personalizada, con base autológica, en la que se emplea sangre y células del paciente, una medicina inmunológica, en la que se actúa sobre el sistema inmunitario del paciente, una medicina en la que la regeneración de tejidos será una base muy importante de la misma, una medicina basada en el conocimiento genético y en la genómica, la edición genética y la manipulación de los genes, en el comportamiento molecular de las células, en la proteómica, la metabolómica, basada en la singularidad genética y molecular de cada paciente y de cada enfermedad.

    Todo esto va a suponer un cambio sustancial en la asistencia sanitaria, en el abordaje de los pacientes, con una organización más trasversal en la que el foco esté en el origen, las causas de las enfermedades y no en los órganos. Una organización preparada para combatir las causas y no solo los síntomas, una medicina más sanadora que reparadora.

    Pero también habrá de organizarse con el fin de medir y evaluar los resultados de esas terapias, de esos medicamentos innovadores. Cómo medir la eficacia de los mismos, cómo medir la efectividad de la curación en los pacientes y cómo registrarlo y coordinarse con los organismos financiadores.

    Por ello, es el momento de estudiar entre todos cómo preparar el sistema en relación con los recursos tanto humanos como presupuestarios para la mejor implementación de estas innovaciones y, en definitiva, cómo financiar esta nueva revolución. En la medida en que queramos relacionar su financiación con los resultados en salud, debemos preguntarnos también cómo evaluar los resultados en salud obtenidos. Y para esta evaluación es necesario tener registros de pacientes con el fin de conocer la efectividad de los tratamientos, al tiempo que estos datos obtenidos sean transparentes y utilizables tanto por los clínicos como por los investigadores en salud.