Hipocresia y realidad alrededor del tabaquismo

  • 19
    Jul | 2011
    Ignacio Para | Tabaquismo, Tabaquismo
    Hipocresia y realidad alrededor del tabaquismo

    Si estamos todos de acuerdo en que el tabaquismo es causa directa de graves enfermedades como las cardiovasculares, el cáncer de boca, faringe, laringe y pulmón entre otros, y las enfermedades crónicas de insuficiencia cardíaca y pulmonar; que causa decenas de miles de muertos en España al año, ¿Cómo es que no se afronta una decidida acción de erradicación que no se limite a las meras prohibiciones y multas a los ciudadanos, que no se limite a recaudar, prohibir y enfrentar (divide y vencerás) que ha sido la constante de este Gobierno?

    El Consumo de Tabaco, como factor determinante de diferentes patologías y como primera causa conocida de mortalidad y morbilidad evitable, constituye el principal problema para la salud pública en los países desarrollados. En España, tanto el Plan Nacional de Cardiopatía Isquémica como los diferentes planes oncológicos y estrategias regionales frente al cáncer, ponen de manifiesto que la erradicación del tabaquismo es la primera medida preventiva contra estas enfermedades.

    En el año 2004 la Comisión Europea examinó la situación de los países de la Unión en relación al desarrollo de sus políticas sobre tabaquismo. En esta evaluación se incluyeron las seis intervenciones con mejor relación coste-efectividad para el control del tabaquismo:

    Unas del lado de la oferta como la prohibición de la publicidad y promoción de todos los productos de tabaco, logotipos y marcas comerciales y las advertencias sanitarias sobre los efectos del consumo de tabaco en los paquetes de cigarrillos.

    Y otras de contención de la demanda como el incremento del precio de los cigarrillos, las prohibiciones y restricciones de fumar en lugares públicos y lugares de trabajo, la información al consumidor y al público en general incluyendo campañas públicas de información, uso de los medios y la publicidad y el tratamiento para ayudar a las personas que han desarrollado una dependencia del tabaco, a dejar de fumar, incluyendo el acceso a las medicaciones.

    La OMS señala además que “si se quiere conseguir una reducción significativa de la morbi-mortalidad causada por el uso del tabaco, las medidas de prevención y control deben ir acompañadas de una política asistencial eficaz”, política que debe contemplar los tratamientos de deshabituación y desintoxicación apoyados en los medicamentos que fueran necesarios.

    Estas medidas son insuficientes. Hoy por hoy son los Estados y es el Gobierno Español en concreto el que no está dispuesto a perder una sustanciosa recaudación de impuestos a través  del tabaco.

    Para resolver el problema hay que contemplar este desde su globalidad: Afecta no solo la salud de los ciudadanos y el coste que supone el tratamiento de las enfermedades desarrolladas por su causa sino también a los agricultores que cosechan el tabaco, a la industria que lo elabora, a los distribuidores y expendedores y al Estado que recauda unos sustanciosos impuestos.

    Si se quiere atajar definitivamente el problema habría que poner al tabaco donde le corresponde: como una droga adictiva y perversa para la salud y tratarla como tal, ya que si no hay un desequilibrio en la solución. Sería necesario, por ejemplo, que el suministro del tabaco fuera sin marca, sin logos, colores, identificadores, etc. eliminando su atractividad visual, y, además expedido en sitios concretos fuera de los lugares de ocio. Estas medidas, claro, afectarían de igual manera al tabaco de importación.

    En todo caso es inexcusable realizar una reconversión de la industria tabaquera en España, de manera que los agricultores, los fabricantes y distribuidores y los expendedores puedan encontrar alternativas a su actividad que les resulten rentables. Estamos en tiempos de crisis y la crisis del tabaco no puede hacerla más honda. Por ello habría que estudiar un plan de reconversión. Pero este plan a quien va a afectar también es a la recaudación del Estado por este concepto, por lo que habría que estudiar también planes de recaudación de impuestos alternativos, además de las medidas urgentes y necesarias de austeridad y de contención del gasto público (la Administración Pública también se ha de reconvertir). Actualmente, los impuestos que se pagan en el tabaco representan entre el 78% y el 84% del precio total. La recaudación anual representa en torno a 10.000 millones de euros.

    Con esto quiero evidenciar que con la ley promulgada no se resuelve más que parte del problema que, como ven, en mucho más complejo que cierto control de la publicidad y la simple prohibición de fumar en lugares públicos.

    Recientemente desde el Ministerio se reclama la subida de impuestos sobre el tabaco ya que opinan que el incremento del precio del tabaco será uno de los efectos disuasorios más importantes para los jóvenes consumidores. Estamos convirtiendo el tabaco en un bien de lujo.

    Lo que en definitiva se traduce en vender a los ciudadanos que se hace algo, prohibir, que es lo más fácil, echando la culpa a los ciudadanos, y recaudar y recaudar que es lo que importa. Esto es lo que hay.